España debería ser el país con la mejor sanidad de Europa, así lo fue en 2013. Pero gracias a la mala gestión de los que gobiernan tanto a nivel nacional como autonímico, el sistema de salud ha descendido al puesto 19 de Europa de los 35 países que lo componen. Y gracias.
El invierno está encima. La gripe
hace ya unos cuantos días, incluso semanas, que revolotea por nuestras cabezas
y nuestras narices, y hace acto de presencia en muchos españoles. Eso ha sido
la excusa perfecta para que las listas de espera de la Seguridad Social en
todas las Comunidades Autónomas, ya de por sí saturadas, sigan creciendo más.
Sobre todo en intervenciones quirúrgicas importantes que se alargan en el
tiempo y se retrasan más allá de 2017 sin fecha en concreto. Los tiempos de
esperar se alargan, incluso, de 10 a 20 horas. Hay que esperar hasta
tres días para que un enfermo pueda conseguir una cama. ¿Qué se puede hacer en
estos casos? Convertirse en un paciente paciente al que, tarde o temprano, se le
acaba la paciencia.
¿Qué está haciendo el Ministerio de
Sanidad para acabar con estas listas de espera interminables? Los profesionales
de la Sanidad, tanto auxiliares de enfermería como enfermeras, enfermeros y
médicos; aguantan de manera estoica todas y cada unas de las broncas que los
pacientes enfermos y familiares lanzan contra ellos. Mientras, los que de
verdad tienen la gran culpa de todo esto que son quienes nos gobiernan, miran
hacia otro lado. El ausentismo laboral en los hospitales públicos triplica a
los de gestión privada y se duplica en referencia a cifras del año anterior. El
nivel de estrés y sobrecarga laboral, además de, en muchos casos, la
precariedad laboral; provoca estas bajas en los centros sanitarios.
Pero parece que tanto el gobierno
español como los autonómicos están más por la labor de privatizar la sanidad,
en fusionar hospitales, recortar en servicios, medicamentos y
profesionales; y dejar que los enfermos se acaben curando solos, se mueran o se
vayan a la sanidad privada, en donde también tienen que esperar para conseguir
que les operen o que les traten de cualquier otra enfermedad. No porque haya
otra larga lista de espera sino porque en el momento de darse de alta no es
llegar y besar el santo.
Pero si ya de por sí esta situación
es insostenible se mire por donde se mire, más lo es aún cuando aquellos que se
creen la sabiduría suprema en las administraciones públicas, meten la pata
hasta el fondo y crispan aún más los nervios. Como es el caso del Conseller de
Salut de la Generalitat de Cataluña, Antonio Comín, que en una de sus
declaraciones sobre la congestión en la urgencias de los hospitales dijo que en
ocasiones esa permanencia de pacientes en el pasillo responde a la decisión de
la enfermera, que quiere tener al paciente a la vista. Añadió, además, de que
más de una vez, teniendo plaza en un box de urgencias, la enfermera decide
dejar a un enfermo, sin familiar acompañante, en el pasillo.
Como era de esperar las enfermeras
no se han quedado calladas y al licenciado en Filosofía y Ciencias
Políticas, poco que ver con Medicina o Enfermería y experiencia nula en esta
profesión, le han puesto los puntos sobre las íes. Se nota que el filósofo
independentista tiene muy poca idea de cómo se trabaja en los hospitales tanto
catalanes como del resto de España. A veces, y casi siempre, tener la boca
cerrada le aparenta ser algo más inteligentes; pero solo aparentar, no ser.
Y un consejo para quien lo quiera: seamos
responsables, y en situaciones como estas no culpemos al mensajero, como son
los auxiliares y enfermeros de los hospitales. Ellos no tienen la culpa de lo
que está ocurriendo. Y dejo una pregunta en el aire y cada cual que saque su
conclusión. ¿Nos gustaría que ciudadanos que no conocemos nos echaran bronca en
nuestro trabajo aun teniendo las manos atadas, o somos capaces de empatizar con
ellos y ver que, aunque no se les vea así, sufren las consecuencias de una
pésima gestión sanitaria en España? A pesar de todo, el nivel de los
profesionales en Sanidad es de un Notable alto aun teniendo que trabajar con la
mitad de presupuesto tras los recortes del Gobierno.
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